En Santa Cruz del Quiché, los años 1980 no solo se recuerdan por sus modas o su música, sino por las inolvidables “maquinitas”, espacios que se convirtieron en el paraíso de los videojuegos para toda una generación.
Todo empezaba con un mandado sencillo, como ir a comprar tortillas. Pero para un niño de 12 años, como muchos en aquel tiempo, la verdadera misión era otra: vencer a Bowser en Mario Bros, dar un combo perfecto en Street Fighter o sobrevivir en Mortal Kombat. Las maquinitas eran más que juegos: eran un escape, una pasión… y a veces, motivo de una buena regañada.
“Una vez me mandaron a comprar tortillas, pero me desvié al local de juegos. Estaba tan metido que no sentí el tiempo. De pronto, sentí que alguien me jaló las orejas… ¡Era mi papá! Parecía más enojado que cualquier jefe final del juego”, recuerda entre risas un vecino quichelense.

Los que vivieron esa época aún evocan con cariño los salones de juego como el de don Eleno, un personaje muy recordado por sus carteles pegados en las paredes con estrictas reglas de comportamiento, aunque pocos las respetaban del todo. Ahí, en aquellas máquinas cerca del parque central, se podía jugar The King of Fighters, Pac-Man, Zelda, y muchos más.
Jóvenes de toda la región llegaban, incluso sin un centavo, solo para mirar cómo otros jugaban. Los sonidos de las fichas cayendo, los botones siendo golpeados con precisión y las frases de victoria se mezclaban con la vida cotidiana del pueblo.
Hoy, muchos de esos salones ya no existen. Las maquinitas han sido reemplazadas por consolas, celulares y plataformas digitales. Sin embargo, las anécdotas y las lecciones que dejaron esos días siguen vivas en la memoria colectiva de los quichelenses.
Y tú, ¿recuerdas aquellos tiempos? ¿Cuál fue tu juego favorito? ¿También te regañaron por unas tortillas que nunca llegaron?